Nunca vi venir la emergencia de un proyecto como Friko y la sorpresa fue mayúscula, pues aunque se integraron en 2019 y habían ya anticipado un par de eps aún como trio, el álbum debut de la mancuerna formada por Niko Capetan ex Thee Marquees y Bailey Minzenberger quien ya había editado un álbum y algunos sencillos por su cuenta, ha alcanzado una reputación muy alta, redituándoles gran fortuna crítica y una importante visibilidad en poquísimo tiempo, que los posiciona junto con bandas como Horsegirl como abanderados de esa escena indie rock juvenil de Chicago que han dado a bien por llamar Hallogallo en honor al icónico tema de NEU!.
Como había mencionado, hasta 2023 el grupo era un trio conformado por Capetan en las guitarras y la voz, Meizenberger en la batería y Luke Stamos en el bajo, pero tras fichar con la célebre discográfica Ato Records (Alabama Sakes, Drive-By Truckers), Stamos se baja del proyecto, sin embargo les acompaña tocando el bajos en todo el disco, cuyo proceso de grabación fuera prácticamente en vivo, y en una situación muy amistosa, pues a las sesiones se integraron diversos músicos cercanos a la banda para participar de su gesta, tal como sus coproductores Jack Henri y Scott Tallarida y otros músicos que proporcionaron las cuerdas, aunque la masterización, eso si, corrió a cargo de la reputadísima Heba Kadri.
Friko es la típica banda de la que me hubiera obsesionado de haberla conocido una madrugada de 1997 viendo la MTv, pues carga consigo todo ese espíritu college rock independiente de una era que ya no existe, y lo evoca con una energía juvenil encantadora, desarrollando tanto momentos de gran vitalidad donde el ruido se apodera por completo, como de esa fragilidad adolescente que no teme a dejar que se quiebre la voz por momentos, dando un resultado de gran calidez emocional, al tiempo que es sumamente creativo y amplio en recursos sonoros.