Kim Gordon es una institución en la música contemporánea y lo que se pueda decir de ella le queda chico, como parte de Sonic Youth participó en la confección de algunos de los discos más importantes de la historia del rock, remodeló lo que tenía que ser una banda sumida en la experimentación sonora durante los años 80 renovando su propuesta por tres décadas y es prácticamente impensable el punto al que ha llegado la música actual, tanto popular como de vanguardia, sin sus aportaciones, sin embargo desde la disolución del colectivo en 2011, no ha parado de producir música arriesgada, ya sea con Body/Head, dueto que conforma al lado del guitarrista Bill Nace, ya sea firmada a su nombre.
A cinco años de distancia de su estupendo debut solista No Home Record, la artista repite mancuerna con el productor y multiinstrumentista Justin Raisen, quien además de trabajar con ella, ha hecho lo propio con artistas tan diversos como Charly XCX, Sky Ferreira, Angel Olsen, Ariel Pink, Yves Tumor, John Legend o The Yeah Yeah Yeahs, y su colaborador Anthony Paul Lopez, quienes además aportan gran parte de la instrumentación del disco y firman como coautores de los temas, mientras que la ingeniería de sonido corrió a cargo de Brad Lauchert (Kid Kudi, Camila Cabello) y la masterización la lleva a cabo Mike Bozzi (Kendrick Lamar, Robyn, Tyler The Creator).
Lejos de acomodarse en un modo de trabajo que ya le es natural, la artista se aleja por completo de la organicidad de su pasado álbum, y apuesta por un sonido completamente sintético y de una contemporaneidad asombrosa, combinando bases rítmicas que igual provienen del trap, que de la noise post-industrial, mientras que las abrasivas guitarras combinan sus recalcitrantes capas de ruido con sintetizadores y efectos chirriantes, repetitivos como máquinarias oxidadas, mientras su característico spoken Word se torna casi Hip-Hop, entregando a sus setenta años una propuesta relevante y audaz, como muchísimos artistas noveles y legendarios quisieran, pero solo un puñado pueden.