No hay manera de negar que la compositora, música y cantautora guatemalteca Mabe Fratti es un fenómeno sin precedentes para la escena musical global, haciéndose de un nombre importantísimo en los círculos de la experimentación sonora y obteniendo enorme fortuna crítica dentro de los medios musicales contemporáneos mas prestigiosos, The Guardian, Pitchfork, Mojo, Uncut, The Skinny dan calificaciones privilegiadas a sus álbumes, y todo esto lo ha logrado en un transcurso de cinco años, trabajando y grabando con base en la ciudad de México, lo cual mas allá de ser el sueño de cualquier músico, es una proeza descomunal.
Este cuarto álbum firmado a su nombre, sin duda es el punto mas alto en su ascendente trayectoria, para el que se ha rodeado con un equipo de trabajo cercano y probado por ella misma, que incluye a su colaborador de tiempo y compañero a partes iguales en el proyecto Titanic Héctor Tosta, mejor conocido como I. La Católica quien funge como productor del álbum y toca guitarra, bajo, piano y sintetizadores y al baterista Gibrán Andrade, además de contar con la colaboración del reputadísimo trompetista californiano Jacob Wick y de Estrella Del Sol, miembro del grupo de Tijuana Mint Field tocando el silbato, mientras ella canta acompañada de su característico violonchelo y toca sintetizadores.
Debo reconocer que aunque he seguido con mucho interés su carrera desde el primer álbum, y a pesar de que está inserta dentro de territorios musicales que me son fascinantes, nunca he llegado a conectar del todo con su propuesta sonora, resultándome mucho mas importante el suceso alrededor de ella que lo que desarrolla en su música, sin embargo este disco que curiosamente es un poco menos radical que los anteriores y tiende un tanto mas al formato de canción al que ya apelaba en Titanic, me parece el mas consistente de su discografía, combinando elementos de art pop, electrónica y jazz en trece breves cortes en los que atinadamente acaso uno sobrepasa los cinco minutos.