Nilüfer Yanya es una cantautora británica con una historia singular, es hija de dos artistas visuales, su mamá es de origen irlandés y su padre turco, y en 2014 audicionó para formar parte de una girl band ideada por Louis Thomilson de One Direction, proyecto del que afortunadamente quedó fuera, pues en cambio se ha consolidado como una de las propuestas indie pop joven londinenses mas consistentes de los últimos años, misma que de la nada editó su sorprendente debut Miss Universe en 2019 y de entonces a ahora los tres discos que configuran su discografía han ido a mas y mejor sin aparente dificultad.

A pesar de que siempre ha trabajado con discográficas de prestigio, pues sus primeros dos álbumes los ha editado con la firma Neoyorquina ATO records y en esta ocasión estrena contrato con la legendaria Ninja Tune, siempre ha buscado tener todo el control posible sobre su obra y no comprometerla ni un poco, así que en esta ocasión vuelve a hacer por completo dupla compositiva con Willma Archer, productora y multiinstrumentista con quien ha hecho una mancuerna fenomenal, además de volver a reclutar a los ingenieros Nathan Boddy para realizar las mezclas y Matt Colton para la masterización, todos elementos clave que le han acompañado desde su primer álbum.

La propuesta de Yanya se destaca por la honestidad con que escribe, compone e interpreta a su modo tan singular, lo que le ha permeado de un sello ya reconocible, y aunque el conjunto en este álbum mantiene un perfil un tanto mas tranquilo y melancólico de lo que le conocíamos, las sutiles progresiones instrumentales de preciosa confección que van tomando su lugar en cada tema, y que alcanzan uno de sus puntos mas álgidos al final del corte que da nombre al álbum, le dan un carácter mucho mas profundo y cálido a las ya de por si entrañables canciones que le componen, llevándolo uno o dos peldaños por encima de sus ya notables predecesores.