Una de las más afortunadas decisiones que he tomado el año que corre es por fin poner atención a la obra de la cantautora californiana Jessica Pratt, que si bien ya me habían recomendado ampliamente, por alguna razón había dejado pasar, pero con todo puedo asegurar que no podría ser mejor momento para maravillarme de sus dotes, pues a pesar de contar con tres discos previos, cada uno singular y espléndido, este era el anzuelo perfecto para que yo pudiera dimensionar las bondades autorales de la artista afincada en Los Angeles que por mas de una década ha cocinado el mas bello folk con reminiscencias de Laurel Canyon y guiños sicodélicos que he escuchado actualmente.
A lo largo de su discografía Jessica Pratt ha dejado claro que tiene una manera de aproximarse a la canción folk muy peculiar, y también es muy interesante, como de una manera sutilísima su acompañamiento y los arreglos han venido de menos a más, en su primer álbum sola con su guitarra, en el segundo acompañada de un órgano, el tercero incluyendo piano, flauta, órgano y cuerdas, y en este cuarto por primera vez bases rítmica con percusiones, caja de ritmos y bajo, vibráfono, mellotrón, farfisa, flauta, saxofón, trompeta, aunque manteniendo siempre su voz y su guitarra en el plano protagónico, esta vez compartiendo trabajo de producción con Al Carlson, Matt McDermont y Peter Mudge, quienes también tocan en todo el disco.
Fiel a su siempre hipnótica canción folk, atmosférica y pausada, la preparación de este álbum lleva una pizca de pop, que acerca sus canciones al sonido Brill Building que conjuntos como The Ronettes o The Shangri-Las desarrollaron acorazadas del muro de sonido de Phil Spector, haciéndolo sonar robusto y consistente, sin comprometer esa sensación nocturna y ensoñada que tanto le caracteriza, y que más que nunca, además de evocar al espíritu folk de Joni Mitcell, Linda Perhacs o Karen Dalton, invita a pasar a la casa memorias de Scott Walker, Astrud Gilberto, Burt Bacharach o Dusty Springfield, cuyas esencias rondan, siempre al margen de la intensa personalidad de la cantautora que nos comparte otra exótica y bellísima colección de diamantes ahumados.