Oriunda de Chatanooga Tennessee y formada el un coro juvenil en una iglesia bautista, Hannah Juanita dejó muy joven su entorno familiar para establecerse en Nashville, probar suerte como cantautora, y debutar discográficamente en 2021 con un recio álbum titulado Hardliner (nombre que también lleva su grupo de acompañamiento, presentándose como Hannah Juanita and the Hardliners). Al fin este año publica Tenesse Songbird, secuela que solo confirma que hoy por hoy su presencia reluce de entre la sobreoferta, como uno de los secretos a voces mejor contenidos dentro de la nueva generación de artistas insertos en la canción tradicional del sur de Estados Unidos.
Aunque autoeditado, Tenesee Songbird es un disco cuidadísimo en su grabación, misma que se llevó a cabo en los prestigiosos estudios de The Bomb Shelter en Nashville, donde han grabado artistas de primer nivel como Alabama Shakes, Mitski o Hurray For The Riff Raff, y fue producido, como ya es su costumbre por el músico Mose Wilson, quien además toca en todas sus grabaciones y cuenta con su propio proyecto musical, la mezcla la llevó a cabo Jason Worner, quien ha hecho lo propio con Poliphonic Spree, Nick Cave o The White Stripes y la masterización corrió a cargo de Alex McColough (Dolly Parton, Ben Folds Five, Alejandro Escovedo).
Con todo este contexto no resultará difícil entender de que va el asunto de esta ave cantora de Tennessee, no es la estrella pop que se sube al caballo vestida de barras y estrellas ni la chica indie languideciente que aprendió a hacer canciones escuchando a Lana Del Rey, esto es puro y tradicional country que a veces le tira mas al blues, al honky tonk, al tex mex, con una honestidad a rajatabla y una voz potente y pícara a la vez, hecha para acompañarse de un Fidler, un pedal Steel, un acordeón o una harmónica, justo para ser reconocida verdadera heredera de Patsi Clyne, Wanda Jackson o Dolly Parton, una aguja en un pajar.