Caroline Polachek es la Kate Bush de nuestros tiempos. Es su segundo proyecto discográfico, su dominio, tanto técnico como artístico, no tiene pormenores. Se supera en todo sentido, la producción es impecable y difícil de superar, ya que uno de los productores es nada más y nada menos que Dan Nigro, quien le produjo a Olivia Rodrigo (estrella pop del momento), y Ariel Rechtshaid, quien le produce a bandas como Haim, Vampire Weekend, Madonna, Charli XCX, U2, Sky Ferreira, etc. Si combinas a los artistas antes mencionados, el resultado no alcanza, ni se compara con lo que Polachek logra al retratar la era digital.
Me fascina que la primera canción Welcome To My Island nos informa que estamos en territorio desconocido. Todas las ideas parecen encajar. El whistle, el arreglo de voces y las cuerdas en Pretty In Possible (y no “In Pink”) recuerda a muchas bandas de trip-hop. El bajo supremo de Bunny Is a Rider, una de mis canciones favoritas del álbum, tiene un silbido muy particular y un mix bastante sexy, un scratch épico y una letra que explora lo fantástico, los mundos que radican en la imaginación.
Puedo decir que Sunset es excelente, con su guitarra y palmas de género flamenco, que puede apreciarse mejor en la versión que hicieron para Tiny Desk Concert (disponible en NPR y Youtube), donde Polacheck desmintió los rumores que abusaba del autotune y comprobó que su canto radica en la emoción.
Blood and Butter me recordó a la canción Kid A de Radiohead, Turn the Page de Original Pirate Material y Hunter de Björk. Butterfly Net me gustó por una extraña coincidencia, ¡es un homenaje a Duran Duran! Usa una melodía parecida a Ordinary World, lo cual es increíble porque Polachek logra hacerla suya, llevándola a un nuevo nivel.
Lo recomiendo ampliamente, es una artista que, junto a Charli XCX, será recordada por marcar una década llena de revoluciones.