¿Cuándo es la tristeza un regalo? Tal vez cuando está cargada de nostalgia, cuando las lágrimas nos llegan al recordar momentos que no podemos recuperar, pero que fueron valiosos. ¿Y cuándo marca un final? Una muerte después de una vida larga, el final de una relación que nos dio mucho, pero se oxidó con el tiempo ¿Podría una tristeza así ser un regalo? Esas lágrimas no son sólo porque algo termina, sino porque algo existió antes, son también un homenaje a quienes fuimos, que al fin y al cabo es lo mismo que quienes somos: la suma de todos nuestros recuerdos, relaciones, experiencias, felices, tristes, divertidas, dolorosas. Tal vez la tristeza siempre es un regalo porque es una parte esencial de nuestra experiencia humana.
La racha de Adrianne Lenker, con Big Thief y como solista, tras una década de carrera, ya le da un aura de leyenda. Muchos la colocamos como una de las grandes letristas de su generación. Bright Future agrega fuertes argumentos a su favor en un torrente de emoción y versos desgarradores. Desde la canción inicial “Real House” que parece casi una pieza de spoken word llena de detalles aparentemente biográficos, Adrianne nos presenta su mundo lleno de nostalgia y tristeza, pero perfumado en belleza y esperanza: “Do you remember running?/The purity of the air around”. “Real House” cierra con uno de los momentos más tristes del álbum. Adrianne (o la narradora) habla de la primera vez que vio a su madre llorar, con la muerte del perro de la familia.
Las canciones de Bright Future son permeadas por un aura de tristeza que pasa de lo nuboso a lo punzante, como si Adrianne te enterrara, delicada, una serie de alfileres en el corazón, y tras la breve agonía, te los quitara con la misma delicadeza y te limpiara la herida. Sin embargo, también hay momentos de esperanza y amor, desde versos breves como en “No Machine”:
“Dragonfly, the clouds are rolling by
The wind across my back, I feel the shiver
Drive around, live from town to town
To the ocean of your love, I am a river”
hasta canciones enteras como “Free Treasure”, en la cual imágenes de la naturaleza y el júbilo de vivir el presente se combinan con el amor correspondido, paciente, comprensivo. La esperanza es palpable aun cuando el tema es “una niñez dolorosa” (“We lay around for hours/Talk about childhood pain”). El mundo natural parece existir coma una suerte de escudo contra la desesperanza, aun a través de momento difíciles.
Una de las mejores piezas del álbum, “Sadness as a Gift”, que fue el segundo sencillo, comienza con la vibración de una guitarra eléctrica, que pronto da entrada a la voz de Adrianne, su guitarra acústica y el violín de Josefin Runsteen. La canción encapsula los principales dotes artísticos de Lenker: los versos frágilmente devastadores, su capacidad de dotar imágenes cotidianas de un aura mística sin sacrificar los coros memorables y pegajosos, y la inimitable textura que genera al mezclar su voz y su guitarra. Como es común en su música, es posible encontrar algo nuevo cada vez que escuchas “Sadness as a Gift”. Una de estas sorpresas es la manera en que el coro muta sutilmente a través de la canción: en el primero, al contemplar el final de una relación, dice:
“You could write me someday, and I think you will”
La segunda vez que se escucha, después de dar conclusión a la relación con “It’s time to let go”, la letra cambia un poco:
“You could write me someday, and I bet you will”
La añoranza estéril se transforma en la apuesta desesperada. El coro final de “Sadness as a gift” es de los mejores momentos del disco. La canción se termina en un dolor nostálgico, que contempla lo bueno que le dejó esa relación sin dejar del todo la tristeza, una muestra indeleble de la tesis de Bright Future y de la obra de Lenker:
“Oh, kiss so sweet, so fine
You could hear the music inside my mind
And you showed me a place
I'll find even when I'm old
Just leaning on the windowsill
You could write me someday, and I hope you will
We could see the sadness as a gift and still
The seasons go so fast
Thinking that this one was gonna last
Maybe the question was too much to ask”
Desde la ventana queda la esperanza, quizá solo como un eco de los buenos recuerdos y un reconocimiento del encuentro. Adrianne sabe que probablemente nunca le escriban, pero ha hecho las paces porque lo que tenía que recibir de esa persona ya lo recibió.
El álbum también incluye una versión stripped down de “Vampire Empire”, el sencillo que lanzó Big Thief el año pasado, que sigue siendo propulsado por la voz de Lenker y ese coro eléctrico que liga “chills/drills/pills/gills” para luego cerrar en la caída de un amor pasional, adictivo y peligrosamente absorbente.
Otra canción que ya formaba parte del lore de Adrianne y Big Thief, “Cellphone Says”, recibe su versión de estudio y demuestra que Lenker puede combinar sus letras impresionistas con imágenes líricas más complejas sin necesidad de sacrificar un gramo de su efecto:
“Please deliver their angel eyes
On the wings of moths and dragonflies
Through the morning and evening their sun set my sunrise
Let them come to me like the breath I'm taking”
“Donut seam”, la penúltima canción del disco vuelve a hablar del mundo natural y lo compara con una relación, pero ahora en lugar del júbilo de “Free Treasure”, la agonía nostálgica. El mundo se acaba (literalmente, con el cambio climático y las lluvias ácidas), la relación se acaba, ¿No parece un buen momento para besarnos? Aquí otro de los cuestionamientos centrales de “Bright Future”, que está ahí en el título mismo del álbum: ¿Qué futuro nos queda? Ante el cambio climático, la guerra constante, el capitalismo rapaz, la amenaza de la “inteligencia artificial” desmedida, ¿Hay realmente un futuro brillante? La canción concluye con:
“Now our love is dying
Don’t it seem like a good time for kissing?
One more kiss, one more kiss to last the years”
Más que una exhortación a no pensar en el futuro, a ignorar los problemas que nos acechan directa e indirectamente, Adrianne nos invita vivir la lluvia y el presente y el encuentro con el otro. Todo tiene un final inevitablemente, pero ese final no tiene que ser triste, ni tiene que dictar la manera en que vivimos y disfrutamos el presente.
Entonces, ¿cuándo es la tristeza un regalo? Definitivamente lo es en cada una de las canciones de “Bright Future”. En la voz llena de inflexiones y quiebres, el lamento incansable, la calidez extraña del piano y de las vibraciones de la guitarra. La tristeza es un regalo en la contemplación del otro, de que alguien más ha vivido lo que hemos vivido, las trompetas de gloria y las pompas fúnebres: es una aniquilación de la soledad justo al momento de reconocerla. En la inagotable experiencia humana, lo único constante es el encuentro, el llanto, y el silencio, y lo único real es el alfiler agudo del presente.